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Martín Chirino ha muerto

 

Martín Chirino ha muerto: el escultor, el herrero, el conversador con la fragua, el maestro universal del hierro.

Esta vida tan plena, tan gozosa, tan cosmopolita y a la vez, tan de isleño canario, tiene un especial significado para el Colegio Nuestra Señora Santa María.

Chirino en los albores del colegio, fue profesor de inglés, modelado y otras técnicas artesanales. Vivió unido a la educación desde 1956: eran los primeros años de la fundación del pionero y ya mítico colegio ubicado en la prolongación de Príncipe de Vergara, (la desaparecida calle Duque de Sevilla). En un rincón del jardín del chalet instaló su fragua. Durante 7 años el profesor del hierro marcó allí su impronta.

Era aquel un colegio femenino, privado, de vanguardia en aquellos años grises que preparaba para la vida. Abierto a todos los saberes, empeñado en educar en la sensibilidad, la creatividad, el arte.

El joven profesor Martín Chirino había nacido en Las Palmas de Gran Canaria. Aprendió el oficio de la fragua de la mano de su padre: la madera, el hierro, los buques, en los desguaces y reparación de barcos.

Martín Chirino en el mar, Martín Chirino y el viento soplando espirales, Martín Chirino frente al fuego, el yunque, el martillo. Martín Chirino frente a las arenas.

Estudió Bellas Artes en Madrid. Junto al pintor Manolo Millares y el poeta Manuel Padorno estaban preparando el salto a la modernidad. En 1957 un grupo de artistas funda «El Paso»: Millares Saura, Rivera, Canogar, Feito, Chirino… Estaban pasando al Informalismo.

El arquitecto Antonio Fernández Alba, vinculado a este Grupo, llega al Colegio Nuestra Señora Santa María de la mano de Chirino… En 1961 construía este espacio luminoso, pedagógico, innovador del colegio en el Parque Conde de Orgaz.

A mediados de los años 60 Chirino se instala en Nueva York: galerías de Arte, exposiciones, coleccionistas le reclaman. Aquellos maestros del hierro: Julio González y Pablo Gargallo, tuvieron en él, un gigante heredero: menos denso que Chillida y Oteiza, más aéreo. Está creando dibujos en el espacio, la emoción del hierro enroscando la materia, el metal hecho a la vez fuerza, grito, chisporroteo de brasas, rojo atardecer, martillo y también silencio. Ya es el herrero de la forja, de la tierra, del arado, la reja, y también del ancho del mar que le vio nacer.

A su regreso a España le concedieron en 1980, el Premio Nacional de las Artes Plásticas. Dirige con acierto el Círculo de Bellas Artes, participa en la organización del Centro Atlántico de Arte Moderno en Las Palmas.

Conversador afable, ameno, rudo en los golpes, inspirado poeta de la tradición española del hierro, de la forja. Su obra está en los museos, las plazas, las estaciones, las colecciones privadas.

La Galería Marlborough hace un año le rindió un homenaje. «Chirino en su Finisterre. 1952-2018».

Allí se pudieron contemplar la perfección de sus cabezas, las hermosas aldeanas morateñas, el desnudo vuelo de los pájaros, el equilibrio de las alfaguaras, arcos, espirales, curvas recogiendo en un vuelo la belleza.

La Fundación Martín Chirino está instalada en el Castillo de La Luz en Las Palmas de Gran Canaria.

Martín se quedará siempre con nosotros.